El mercado Norte es uno de los pocos
mercados construidos en los albores del siglo XX que aún se conservan en la
ciudad de Santa Fe. El mismo constituye todo un ícono cultural para los vecinos
de la ciudad.
Su estructura es simple, posee una cubierta de chapas de zinc
sobre el espacio principal y azoteas sobre bovedillas. Los turistas podrán
acceder al mismo por alguno de sus cuatro ingresos, uno de ellos se encuentra
en la calle Urquiza y tres por Santiago del Estero. La estructura es inmensa y
se gran impacto visual. La grandeza de su interior se extiende a su fachada.
Esta se encuentra teñida de tonos claros, que le dan a la estructura un tinte
señorial y noble a la vez.
La nave central del edificio tiene una
superficie de 2600 m² techados, de los cuales 480 m² son ocupados por un supermercado, 50 m² por un bazar y el resto por 23 puestos en los que se
ofrecen productos frescos, como variedades de carnes, frutas y verduras. Los
vecinos de la zona llegan todos los días al mercado a hacer sus compras de los
productos más frescos que pueden conseguirse en la ciudad, pero los días
sábados el mercado se llena de vida y posee un estilo especial.
Los días sábados constituyen el momento de
encuentro de todos los ciudadanos en el mercado. Los mismos asisten al lugar
para vivir una inolvidable tarde de paseo y compras junto a toda la familia.
Cada fin de semana se propone algo nuevo para los más pequeños de la familia,
el área de deportes del municipio siempre se encarga de realizar alguna
actividad recreativa, instala diversos juegos como peloteros por ejemplo.
Además se realizan obras de teatro en las cercanías del lugar pensadas
especialmente para los más pequeños. Cada sábado la oferta para los niños
varía, pero siempre se los tiene en cuenta pues el Mercado Norte es un mercado
para visitar con toda la familia. Todos
los fines de semana se abre el paseo peatonal para la seguridad y la comodidad
de todos los visitantes. Los bares sacan sus mesas a la calle, el aroma a los
granos de café tienta a todos los caminantes que no pueden dejar de ingresar a
los mismos y beber una taza para luego continuar con el paseo.
Además de ello en los alrededores de este
mercado, que es un símbolo de la cultura santafesina, los turistas podrán
visitar restaurantes en los que degustarán exquisitos platillos tradicionales e
internacionales. Cada uno de ellos despertará en los paladares de los
visitantes las máximas sensaciones de placer.
Por otro lado, además de los puestos
típicos del interior del mercado que incluyen supermercados, puestos de frutas
y verduras y todo tipo de productos caseros, en los alrededores del mismo se
instalan 20 stand en los que los pequeños emprendedores locales exhiben sus
productos de diseño. Estos pequeños comerciantes participan del programa “Santa
Fe Diseña”.
En estos humildes stands los turistas podrán adquirir todo tipo de
productos, entre ellos, trabajos en cuerina, artesanías, lencería, indumentaria
femenina, suvenires y ropa para niños de excelente calidad y de estilo
singular. Productos de diseño original, únicos e irrepetibles, estarán al
alcance de las manos de los visitantes a
precios muy accesibles.
Si bien el mercado constituye la opción
ideal para pasear junto a la familia, el mismo, no cuenta con estacionamiento,
por lo que se recomienda a los turistas que lleguen en colectivo, en taxi o a
pie.
Historia del Mercado Norte.
La imponente construcción fue edificada en
los albores del siglo XX, más específicamente en el año 1927. El mercado norte
es reconocido por todos los habitantes del lugar tanto por su arquitectura como
por los usos que se le dan a la misma.
La mayoría de los mercados en Santa Fe
fueron construidos durante el siglo XX, la intención del momento era crear
edificios funcionales, que sean útiles prácticamente… El mercado funcionaba ya
en esas épocas con pequeños comercios que eran administrados por sus dueños, el
sitio, era el lugar de encuentro de los vecinos que iban a hacer sus compras.
Con el paso de los años, el sitio se fue
deteriorando hasta que en 2007 tuvo que cerrar sus puertas. Las personas,
debido a la vorágine que implica la vida en la ciudad ya no tenían tiempo de
hacer sus compras diarias. Las costumbres y el estilo de vida habían cambiado y
el cierre del mercado fue duro para todos los vecinos que veían en él un sitio
de encuentro y un lugar donde hacer las compras de productos frescos para
llevar al hogar.