Conocemos
el mundo desde un lugar determinado, finito, compuesto por cosas cercanas,
propias. Nuestro mundo. El universo se reduce a lo que sabemos de él, a lo que
vivimos, a nuestras experiencias más fortuitas. Los lugares son los que
percibimos, y los espacios son tan grandiosos como podemos imaginar. Cuando esa
perspectiva se hace más amplia, es porque vivimos algo nuevo para atesorar como
propio. Por eso, estamos permanentemente en esa emocionante búsqueda por
redescubrir. Lo desconocido nos genera una dosis de adrenalina que nos lleva a
aventurarnos hacia los rincones más llamativos y nos hace personas más ricas.
En
este caso, te contamos acerca de uno de los lugares más bellos del norte
argentino: la provincia de Tucumán. La aridez de una tierra que se mixtura a la
exuberancia de sus selvas y bosques, genera un paisaje natural extraordinario.
De esos sitios que enaltecen la hermosura de la Madre Tierra.
Nos
adentramos en las Ruinas de Quilmes y el maravilloso Tafí del Valle, uno de los
destinos turísticos más convocantes en este país. Las Ruinas se postulan como
un sitio de pie, marcado por la historia y llenas de narraciones. Relatos
contados desde su materialidad, relatos que tienen que ver también, con las
luchas en contra del arrebato de la tierra propia, con la sangre, con el
heroísmo en el más humano de sus sentidos. Las Ruinas son testigo de más de un
siglo de enfrentamiento de los nativos contra el dominio español.
En
la actualidad, podemos visitar este sitio, apreciando su belleza y conociendo
un fragmento importante de la historia argentina. Por eso, te contamos cómo
llegar y partir hacia este destino sin paralelo.
A
las Ruinas de Quilmes se puede llegar desde Cafayate, provincia de Salta, y también
desde la hermosa localidad tucumana de Tafí del Valle. Al llegar a la Ruinas, las montañas inspiran
inmensidad, el paisaje que nos abraza se vuelve majestuoso, perfecta creación
de los dioses.
Las
ruinas pertenecían a los indios calchaquíes, que se hallaban ubicados sobre las
laderas de las sierras, y también, sobre
el cordón montañoso llamado Calchaquí, lo que les otorga la denominación a las
tribus. Estas comunidades hacían uso de la tierra y de la naturaleza,
adorándola al mismo tiempo. Allí criaban animales y sembraban quinoa, maíz y
otras plantaciones que servían para alimentar al pueblo.
La
vegetación típica se hace presente, los cactus se entremezclan en esas tierras
anaranjadas, rojizas y marrones, que, al ser tocadas por el reflejo del sol,
generan una gama de colores tan cálidos como hipnóticos.
La
parte más elevada de las ruinas era el lugar escogido antiguamente, como
fortaleza de defensa ante el enemigo. Los conquistadores españoles, al llegar
encontraron un fuerte y organizado movimiento de resistencia, y aunque
finalmente lograron imponerse, las comunidades nativas se postulan como
verdadero símbolo de lucha.
Una
ruta de ripio nos lleva al pie del cerro Alto del Rey, es allí donde se levanta
esta imponente ciudad y donde se encuentra el museo local. En la institución se
pueden ver los numerosos hallazgos de elementos pertenecientes a esta antigua
civilización, entre ellos se destacan jarrones de barro, cerámicas, flechas y
otros fundamentales en la vida cotidiana de aquellos hombres.
Este
asentamiento prehispánico, de los más importantes de la Argentina, fueron
habitados por la tribu calchaquí, aproximadamente desde el año 800 d.C. hasta
el año 1666. Hoy, recorrer las ruinas es
introducirse en esa historia, caminar pos sus pasajes, galerías y senderos, es
apreciar cada fragmento como un elemento aún vivo, convocante y místico.
La
localidad de Tafí del Valle, punto de partida de la mayoría de las aventuras
hacia las ruinas, fue durante mucho tiempo, un sitio habitado por jesuitas que
desarrollaban en esas tierras, actividades agropecuarias. En la actualidad, Tafí
del Valle se convirtió en una villa de veraneo sumamente
concurrida por cientos de turistas que la eligen como destino principal. El
microclima que tiene la ciudad, es uno de los factores más atractivos que
posee, a lo cual se suman sus impecables bellezas naturales. Además, su espacio
urbano es muy atractivo y realmente acogedor. Con sus pequeñas y empedradas
calles, y una infraestructura arquitectónica histórica, Tafí es un lugar que
invita a ser caminado. En su calle principal, nos encontramos con los típicos
productos artesanales, como cueros, tejidos y lanas de oveja, hasta ponchos y
telares, además de comidas regionales y otras exquisiteces, como quesos,
salames y los mejores vinos.
También
podemos, alejándonos un poco de la ciudad, adentrarnos a caballo por los
cordones montañosos que nos permiten apreciar un entorno incomparable y
disfrutar del silencio y el aire puro.
Descubrir
Tucuman, no es sólo conocer la belleza innegable de la naturaleza que nos
rodea. Es adentrarse a un Tucumán histórico y propio. Aventurarse es la
cuestión.