“Mi Buenos Aires Querido” cantaba el maestro
Carlos Gardel… En Buenos Aires se respira tango, donde quiera que uno se
encuentre, puede olfatear, escuchar y sentir la milonga. El sonido de la milonga es tan atractivo, que no puede irse de Buenos Aires sin antes disfrutarla.
En principio, la milonga es un género musical
típico de los países sudamericanos de Argentina y Uruguay. Parte del folclore
proveniente de la cultura gauchesca, Milonga proviene del término “palabra” o
“palabrerío” y se puede acuñar tranquilamente a la payada. Guajiras con tonos
acriollados que usaban para burlarse unos de otros entre los soldados en las
épocas de guerras entre unitarios y federales luego derivaron en milongas.
Entre otras diferencias musicales, la
diferencia con el tango suelen ser las letras ya que en la milonga abunda la
picardía, el doble sentido y las letras son más diversas, no solo centradas en
el amor y el desamor.
Collage de culturas entre inmigrantes,
nativos y criollos, cada una con sus tradiciones y costumbres, con sus lenguajes
y acentos hacen de la milonga un arquetipo para conocer el porteño. El mismo,
es el gentilicio de los oriundos de la ciudad de Buenos Aires, refiriéndose a
aquellos que viven cerca del puerto, o en el puerto, extendiendosé este
adjetivo a todos los oriundos de la capital argentina distinguiéndose de
aquellos que residen en la provincia.
La milonga se vive en Buenos Aires con todos
los sentidos a pleno y en todas las dimensiones. Por citar de manera ilustrativa, en Buenos
Aires hay un barrio colorido, proletario, “errante”, popular y bohemio donde se
vive la milonga. El Abasto, cerca del viejo Mercado, cantores populares, cafés,
cines y teatros se conjugan en una especial melodía identitaria, que es mito y
leyenda al mismo tiempo.
En la ciudad existen cientos de lugares donde
aprender a bailar el tango, de día, de noche, con o sin pareja, siendo experto
o amateur, cualquiera está disponible para una milonguita. Improvisada, suburbana, porteña, sentimental
o de denuncia, la milonga se bailaba en sus inicios en pisos de tierra hasta
que llegó al viejo, tradicional e histórico Teatro San Martín y comenzó su
difusión, pasando de los arrabales a la alta sociedad sin escalas, y luego a
los bailes, bares, y hasta casas de familia.
Se compone desde solistas que se animan a
improvisar “a capela” el ritmo del 2x4 a grandes orquestas con varios músicos
entre bandoneonistas, acordeonistas, tecladistas y la infaltable voz que entre
hablando y cantando, nos hace vivir la magia
Exponentes como Homero Manzi, Rosita Quiroga,
Azucena Maizani, Aníbal Troilo, Libertad Lamarque, Enrique Santos Discepolo,
Julio de Caro, Ignacio Corsini entre muchísimos otros, muchos de los cuales a
lo mejor no trascendieron los límites de su barrio o peor aún de sus hogares
pero que no dejaban de disfrutar la interpretación tanguera de ritmo sencillo e
infinidad de letras distintas.
Una conjugación de idiomas y lenguajes
diferentes dieron nacimiento a una jerga atrapante que muchos argentinos
utilizan en sus conversaciones diarias. Palabras como Chabón, Gil, Atorrante,
Fulero, Otário, Pibe, laburante, una Mina, un Palo, el milico, un Faso, entre
muchísimas otras, son utilizadas para referirse a sentimientos, elementos,
personas y situaciones de la vida diaria de los argentinos.
Hacia los cuatro puntos cardinales de la
ciudad, compadritos y guapos se dan cita diaria, diurna y nocturna para revivir
esta pasión de muchos y este acervo de cultura argentina. Para vivir la
milonga, Buenos Aires es el único lugar en el mundo que lo reúne todo.
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